No hace falta prestar mucha atención a nuestros alrededores para darnos cuenta de que las nuevas tecnologías están presentes en nuestro día a día.
Pero lo cierto es que lo están, y no solo de forma indirecta, es decir, para el facilitar el trabajo o el ocio, sino que cada vez están siendo más poderosas, hasta llegar al punto incluso de poder apoderarse, de llegar a ser más útiles que nosotros mismos, pero más concretamente, de nuestra interpersonalidad.
Entendiendo por interpersonalidad como el concepto que se utiliza para referirse a los diferentes tipos de comunicaciones, relaciones y vínculos que se establecen entre dos o más personas, podemos observar que esto se va perdiendo a medida que cada uno de nosotros utilizamos las nuevas tecnologías.
Muchos momentos que antiguamente se vivían y compartían con los amigos, familiares, vecinos… ya no están, y solo pueden estar en nuestra cabeza, si cabe, cuando alguien es capaz de parar por un instante y recordarlo.
Y todo esto que se está perdiendo, es realmente triste.
En el momento de la comida, estando con los familiares, se cambia el momento de conversación, de comunicar las anécdotas que han pasado durante el día, por observar, muchas veces sin ningún fin, lo que aparece por la televisión. Y es triste pensar, si se reflexiona sobre esto, que una vez se termine dicha comida, tú mismo te levantarás de la mesa y seguirás haciendo tus cosas, sin saber cómo le ha ido el día a la persona que estaba sentada delante de ti.
Pero entonces, ¿las nuevas tecnologías nos están beneficiando o todo lo contrario?
Realmente no creo que sean una mala herramienta, pero sí pienso que lo que hace que nuestras relaciones con los demás se deterioren sea el mal uso que nosotros hacemos con las nuevas tecnologías. Que por cierto, ya no son tan nuevas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario